sábado, 28 de marzo de 2015

PUTA NEGRO



Este verano no fui a la playa… tampoco me bañé (en algún lago, obvio la ducha diaria es sagrada, se sabe) pero la cosa es….que “mis vacaciones” fueron bastante agitadas/intensas/noDescansadas.doc
Claro, hubo varias cosas clásicas del verano que no hice (o no alcancé a hacer) pero hay otras que sí…
Conversé bastante con mis amigos/a, me puse al corriente de sus vidas y lo que les aquejaba. Sorry, pero fuera de lo encantador que puede ser escuchar sus triunfos, a mi me interesa la parte llorona, la del sufrimiento, la del lamento borincano.
Sí, me gusta picarla finito mientras cotorreamos con una taza de té. Es que encuentro que es necesario sacar todas esas penurias que uno carga y que generalmente, nadie quiere escuchar. Y bueno como amiga, creo que disfruto un poco que me toque esa parte lastimera.



Fue así, en ese tipo de conversación con un amigo, que surgió una sensación… solo eso, fue en medio de análisis de relaciones fallidas, decisiones mal tomadas y declaración de culpas varias que nos interrumpimos un rato por un silencio… ninguno dijo nada, pero se sentía en el aire la resignación.
Las cosas habían cambiado y había que conformarse. Ya no había cabida para seguirse lamentando, digo…no correspondía. No era ni por la edad (pseudo madurez obligada que hay que asumir) o en honor al tiempo que había pasado, sino porque a nadie le interesaba. Ya no era novedad ¿se entiende?
Bueno quizás mi amigo no lo sentía así,  pero yo sí. Sentía que ya no era legítimo seguir con las quejas y caras de lata porque a vista de los demás ya era poca cosa.
Eso por un lado.
Por otro, mi amigo me contaba sus “novedades” algo desanimado, diciendo: “esta es la nueva vida que llevo, está esto por acá, esto por acullá y bueno...ella”. Todo sonaba como premio de consuelo luego del caos . La verdad hablamos sobre eso largo rato y fue ahí donde se produjo el silencio ese.
Era tan mierda sentir que habíamos cagado y que las cosas nunca iban a estar como queríamos. Que habíamos sido felices pero el por su parte la había cagado y yo por mi parte había recibido el cagazo. Estábamos frente a frente en la misma situación con roles opuestos y complementarios.
Yo podía decirle el dolor que se sentía desde acá y el podía describirme lo que le había costado volver a pararse después de eso.
Éramos como dos viudas llorando un muerto que habían enterrado hace años…pero ahí estábamos…todavía de negro, haciendo gala de nuestros lutos en una conversación que teníamos más que pendiente:
-Puta negro la cagaste….
-Puta negra te cagaron…
-Puta negro la vida nos culió a los dos por su lado. Tu  no sientes lastima por mí y yo tampoco te culpo.
Así que ahí estábamos, compartiendo una Pilsen que debieron ser varias hasta el llanto. Pero bueno, eso lo dejamos pendiente para un próximo silencio. Cuando nos cambiemos el luto por gris y nos salga mejor fingir que estamos felices con nuestras vidas.

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