Siempre pienso que nadie se acuerda
de mi. Las parejas que quedaron atrás, amistades, compañeros, vecinos, señoras
del negocio y un largo "etecé".
Aunque a veces, llega un optimismo
ligero y dice: “¡Ey! seguro tropezaron con algún objeto o calle que gatilló un
remoto recuerdo y que los condujo hacia una sensación cercana a ti”.
También, pienso que mi nombre es
complicado, o quizás no tan así, pero no recordable.
No es como Ana, Luisa, o Carla… ¿Tenía que ponerle “doble ene” y hacerle un recoveco al final? ¿Tenía que hacerlo “especial”?. Digo, es difícil de recordar como para googlearlo. ¿Cómo la gente me va a recordar así, mamá?¿Ves que la embarrai?.
No es como Ana, Luisa, o Carla… ¿Tenía que ponerle “doble ene” y hacerle un recoveco al final? ¿Tenía que hacerlo “especial”?. Digo, es difícil de recordar como para googlearlo. ¿Cómo la gente me va a recordar así, mamá?¿Ves que la embarrai?.
Aunque debo reconocer, que a veces me
gusta desaparecer. O al menos, la ilusión de hacerlo aunque sea “online”. Me
gusta estar oculta y ser olvidada lentamente, o la sensación de hacerlo a un ritmo natural.
Como una muerte durante el sueño, "de esas que no duelen" (como dicen).
Aunque me imagino, que en más de
alguna ocasión, debo haber desaparecido de la memoria de alguien como en un
chasquido de Thanos.
“De la memoria de alguien”... que
cínica, tengo a personas concretas en mente jajaja.
Pero bueno, todas las personas
estamos llenas de contradicciones y sobrevivimos a diario con esa carga. (Sí,
me estoy justificando descaradamente).
Es curiosa la memoria; cada uno debe tener como un cajoncito particular para cada persona, con su propio ritmo de
olvido y momentos borrosos.
A veces, me pregunto ¿qué tendrán en
mi cajón las personas que dejé y me dejaron atrás?. O si siquiera conservan un
cajón.
Probablemente ya lo quitaron y
pusieron uno nuevo y moderno en su lugar.
Me gustaría pensar mi cajón, en una
mente imaginaria, como uno de madera, lleno de cosas antiguas y bonitas; como
una máquina de escribir, un espejo de esos con adorno, fotos vintage, un libro
de poemas de los más cursis y románticos (de esos que hacen arrugar la nariz),
una cajita de té chai. Y todo eso, envuelto en olor a canela.
Me gustaría haber dejado buenos
recuerdos y sensaciones en la gente que conocí y quedó atrás.
Es muy probable que no todos los
recuerdos hayan sido así, que quizás dejé huellas dolorosas, aburridas, o que se
haya borrado buena parte de ellas a estas alturas.
En cualquier caso, sé que me esforcé
por dejar buenos momentos y quiero creer que me retiré cuando ya no pude
hacerlo.
Quizás, en el futuro, otra vida, o
dimensión paralela, sepa que en realidad fui una canalla gigante y el Karma me
haga tragar todos los efectos de mis causas.
Nadie sabe qué pasará más adelante y como probablemente, nunca descubriré qué objetos tiene mi cajón guardados en tu mente; quiero que sepas que si hueles canela por algún lado, o alguna vez
tomas un tecito chai; estaré saludándote desde algún sitio, con mucho amor y una
gran sonrisa.
*En realidad, todo cobra sentido si acordamos que no he madurado desde los 17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario