domingo, 5 de diciembre de 2021

LA TIJERA ROJA


Eran pasado las 3 de la tarde, el calor invadía cada habitación de la sureña casa, mientras Pamela suspiraba mirando al techo:

¡Qué aburrido! - exclamaba a la vez que mecía su pierna que colgaba de la cama.

De pronto, a lo lejos, una pregunta la sacó de su trance: "¿Dónde está la tijera roja?".

La voz firme y demandante de su padre se hacía imponer en tan solo 5 palabras.

-¡En el cajón! - gritó Pamela en respuesta.

-No está ahí, por eso pregunté - respondió nuevamente su padre, esta vez con tono más fuerte.

Pamela se levantó de un salto y pidió con celeridad a su hermana que ayudara con la búsqueda de la herramienta.
Cajón por cajón, repisa a rincón vacío, Pamela se angustiaba. Sabía que cada minuto era importante y decisivo. Una búsqueda fructífera las liberaría del castigo que habían recibido incansables veces.
Esta vez no sería así, encontraría esa tijera del demonio y sería hasta una nueva ocasión.

Respiraba agitada en la búsqueda, mientras su hermana menor sollozaba diciendo; "¡no aparece, no la encuentro!".

-Tranquila, va a aparecer. ¿Dónde fue la última vez que la viste?

-En la cajonera blanca de la cocina, como siempre - replicó la menor.

-Entonces debe estar ahí - dijo Pamela con tomo seguro y se dispuso a barrer cada esquina de aquella cajonera.

-Debe aparecer, debe aparecer... - Murmuraba al examinar atentamente los artículos que iba encontrando.

Se acababa el tiempo y Pamela sabía que el cobro por aquel artículo llegaría. Al igual que las consecuencias. Pero esta vez no, esta vez vería la forma. Algo debía cambiar.
Unas zancadas grandes se escuchaban acercar a la casa y ella sabía que el plazo había terminado.

-¿Dónde está? - reclamó la voz paterna con una molestia reflejada en cada arruga de su rostro.

La menor tartamudeó, puso las manos sobre su rostro y echó a llorar mientras balbuceaba: "No la encontramos".

Pamela al escuchar a su hermana frunció el ceño, se paró firme frente a la figura masculina y dijo: "No la encontramos y ya buscamos todo".

Quizás tú la tienes en tu taller - agregó luego de tragar suficiente saliva.

Su padre la miró fijamente, soltó un resoplido y dio media vuelta. Zancada tras zancada se alejó furibundo, regresando a sus labores de media tarde.

Pamela desarmó su postura y soltó un suspiro profundo. Habían zafado esta vez.







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