lunes, 20 de abril de 2020

MI AMOR (adj. pos.)



A veces recuerdo esos tiempos en que fui amada. Como una prueba irrefutable ante conflictos internos, de que en realidad sucedió.
Ya no hay fotos, ni publicaciones. Solo recuerdos empolvados, pero de verdad pasó.
Supongo que ya puedo tacharlo de mi lista.
Me amaron y pues sin duda amé. Con todas mis fuerzas, como siempre.
¿Mala costumbre? Tal vez. ¿Poco estratégica? Sin duda. Pero sorry, no conozco otra forma.
Una vez que el sentimiento arde dentro y lo puedo entregar, pues me lanzo a amar como si no hubiera mañana.
Probablemente, no es lo más adecuado para mantener el interés de tu amado a través del tiempo, pero la verdad, nunca he querido darme el trabajo de "moldear" dicho sentimiento ¡Es que sería castrarlo!
Para ser justos, creo que ahora sé detectar mucho mejor que antes los límites saludables y los no tanto, con respecto a esta dinámica. Pero la intensidad... ahhh, la intensidad no ha bajado. Simplemente nace en mi una alegría, de tan solo saber que el amor ha venido a visitarme otra vez.
Incluso, podría decir muchas veces, que es hasta independiente del receptor. Solo se siente y disfruta tanto como la primera vez que apareció.
Amo. Amo y lo siento acá, conmigo. ¿Acaso no es maravilloso?
Y aunque sea generado por alguien más ¿acaso no me pertenece? Es MI sentimiento, son MIS emociones las que crecen y fluyen a través de fantasías donde te imagino mío, juntos y recíprocos.
Será imaginario, egoísta y ridículo, pero no me quiero privar de tan hermosa y sublime experiencia.
Y es que el sentir amor, muchas veces me mueve durante el día y algunas otras, me rescata de jornadas oscuras.
Cuando imagino a mi amado esperándome en casa al volver del trabajo, una sonrisa me invade de inmediato. Las conversaciones laborales y problemas acumulados se esfuman. Así ¡como si nada!
Sé que no estás, pero déjame inventarte. Déjame amarte en mi dimensión ficticia, déjame pensarte feliz y con ganas de verme.  A veces solo eso necesito para sobrellevar el día.
Tu rostro lejano y familiar, tu ojos reconfortantes y tu sonrisa cálida, sosteniendo una comprensión silenciosa y generosa para cualquiera que la contemple.
Te abrazo en mi mente y de repente, cuando tengo suerte, se me premia con algún sueño en el que puedo sentir que estrecho tu mano, mientras reímos juntos.
Díganme si no es hermoso disponer de tal tesoro.
Perdón, pero te amo y no hay nada que quiera hacer al respecto. Así que ahí está, como emancipado de mí, casi con vida propia, siendo imaginariamente real.

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