martes, 1 de julio de 2014

PERMISO, VENGO A HACER UNA CONFESIÓN:




Estas semanas han sido casi netamente de trabajo y nunca pensé que sería tan difícil estar sin danzar. Varias veces durante el dia me han pillado en algunos de mis trabajos moviendo los pies al son de la nada, solo mi ritmo mental o practicando algo de "plié, jeté, relevé".



Incluso los temas Dancehall que encontraba mas fomes, los disfruto a concho en cada espera de semáforo. Y a estas alturas, creo que tengo el síndrome de los pies inquietos o algo parecido.
Poco me importa que la gente me mire raro si camino extraño mientras muevo los brazos, porque por muy breve que sea,es un momento entre mi danza y yo.
A diario, después del trabajo, paso mirando el estudio de baile que está camino a mi casa y suspiro con la idea de imaginarme ahí dentro, conectada con lo que mas me gusta hacer.
Esta pausa que me vi obligada a tomar sé que requiere de paciencia, constancia y tengo la convicción de que será para algo mejor y que mas temprano que tarde podre reencontrarme con lo que amo.
Dicen que el hombre es un animal de costumbre, pero aquí, entre nos...creo que nunca me acostumbraría a vivir sin la danza.

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